Diamela Eltit. “Los vigilantes”. Tres novelas.
Prólogo de Sandra Lorenzano.
México: Fondo de Cultura Económica, 2004. pp. 27-139.
El argumento de la novela Los vigilantes (1994) puede resumirse como el conflicto que se establece entre una mujer y su esposo separados, en torno a la educación de su hijo común, que sufre de retardo mental. La protagonista escribe cartas a su ex – esposo en las que le expone sus conflictos con la madre de él, con sus vecinos y con unas fuerzas represivas de la sociedad que aparecen acechantes, aunque veladas. Todos ellos en conjunto constituyen esos vigilantes que agraden la intimidad de su hogar, cuestionan la manera en que educa a su hijo retrasado y castigan toda manifestación de diferencia, encarnada precisamente en este niño atípico.
Ella no escribe en realidad cartas, porque no está esperando o porque no recibe nunca respuestas, aunque parece responder comunicaciones recibidas, pero estas no aparecen en el texto. Sólo quiere dar testimonio de sí misma, dejar dicho y evitarse así la vergüenza de no haberse opuesto a la represión totalitaria. Como ella mismo lo afirma: “Si las pruebas contundentes de este juicio radicaran en lo escrito, lo escrito es la razón de mi condena. Pero quiero insistir, y eso se sabe, que jamás escribí cartas, sólo escribí para no llenarme de vergüenza” (125). Sin embargo, el poder vence a la capacidad de denuncia de la protagonista, como testimonia su hijo: “Pero mamá ahora no escribe porque busca confundirse con la noche” (131).
Bojear la isla es circundar un espacio en que aún no hemos desembarcado, medirle sus cabos y bahías, inventariar sus cayos y paisajes. Bojear la isla es medir palabras, propagar escritos, pensar insularmente. Bojear la isla implica pensar y escribir sobre la literatura y la realidad de nuestro mundo en sus aislamientos e interconexiones.
Sunday, April 26, 2009
Jamás escríbí cartas
Kevin Sedeño Guillén
Universidad Nacional de Colombia
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