Lina María Pérez
Mortajas cruzadas
Bogotá: Seix Barral, 2008. 233 p.
ISBN 13: 978-958-42-1868-1.
Por Edgar Hans Medrano Mora
Universidad Nacional de Colombia
Una pregunta que no es fácil de eludir en el panorama de las letras contemporáneas colombianas es la de una composición atractiva de una novela y, por ende, su entrada en la posibilidad de convertirse en una obra perdurable. Lamentablemente han sido muchos los métodos con su respectivo resultado infructuoso que en nuestro país se han utilizado para construir una novela que trascienda el momento histórico y pueda equipararse a otras obras ya memorables en distintas partes de Latinoamérica y de España como Los detectives salvajes de Roberto Bolaño, En busca de Klingsor de Jorge Volpi, Mañana en la batalla piensa en mí de Javier Marías o una novela tan corta e interesante como Bartleby y compañía de Enrique Vila- Matas. Este horizonte ligado al inconveniente sugestivo de que la novela se ha convertido en un género exacerbadamente utilizado, plantean las dificultades de componer una obra que además de mirar una tradición sea capaz de superarla estableciendo otra.
Lina María Pérez, conocida por su trabajo en la cuentística colombiana y ganadora del premio Juan Rulfo, incursiona este año en el género novelístico con una obra predecible y eróticamente aburrida. Su escritura, a pesar de mostrar una apariencia de dificultad, es en realidad una sombra que cobija una claridad molesta y convencional que pretende atrapar al lector con una historia un poco incrédula y aparentemente pobremente desarrollada. Adolfo, un escritor reputado inventa un modo poco ortodoxo de acercarse a una muchacha, Oliviana y el resultado de su invento es el desarrollo de la novela, donde se plantean temas que no son desarrollados de forma satisfactoria como la muerte y el amor. Los personajes que rodean el desarrollo de esa historia solamente son entes que hacen posible su génesis, son caracteres que fácilmente pueden ser encasillados y, por ende, poco atractivos.
Adolfo, escribe de modo abigarrado y monótono un mal facsímile de su historia en la novela, una copia más aburrida de su realidad aburrida. El juego gracioso de una novela mala escrita dentro de otra sólo nos revela el vacío inaudito de la obra que no nos ofrece una historia creíble y bien construida sino la tentativa de armazón para muchas historias desapasionadas y que se cuelan por los agujeros del interés compacto que un lector puede tener por una obra nueva.
Mortajas cruzadas
Bogotá: Seix Barral, 2008. 233 p.
ISBN 13: 978-958-42-1868-1.
Por Edgar Hans Medrano Mora
Universidad Nacional de Colombia
Una pregunta que no es fácil de eludir en el panorama de las letras contemporáneas colombianas es la de una composición atractiva de una novela y, por ende, su entrada en la posibilidad de convertirse en una obra perdurable. Lamentablemente han sido muchos los métodos con su respectivo resultado infructuoso que en nuestro país se han utilizado para construir una novela que trascienda el momento histórico y pueda equipararse a otras obras ya memorables en distintas partes de Latinoamérica y de España como Los detectives salvajes de Roberto Bolaño, En busca de Klingsor de Jorge Volpi, Mañana en la batalla piensa en mí de Javier Marías o una novela tan corta e interesante como Bartleby y compañía de Enrique Vila- Matas. Este horizonte ligado al inconveniente sugestivo de que la novela se ha convertido en un género exacerbadamente utilizado, plantean las dificultades de componer una obra que además de mirar una tradición sea capaz de superarla estableciendo otra.
Lina María Pérez, conocida por su trabajo en la cuentística colombiana y ganadora del premio Juan Rulfo, incursiona este año en el género novelístico con una obra predecible y eróticamente aburrida. Su escritura, a pesar de mostrar una apariencia de dificultad, es en realidad una sombra que cobija una claridad molesta y convencional que pretende atrapar al lector con una historia un poco incrédula y aparentemente pobremente desarrollada. Adolfo, un escritor reputado inventa un modo poco ortodoxo de acercarse a una muchacha, Oliviana y el resultado de su invento es el desarrollo de la novela, donde se plantean temas que no son desarrollados de forma satisfactoria como la muerte y el amor. Los personajes que rodean el desarrollo de esa historia solamente son entes que hacen posible su génesis, son caracteres que fácilmente pueden ser encasillados y, por ende, poco atractivos.
Adolfo, escribe de modo abigarrado y monótono un mal facsímile de su historia en la novela, una copia más aburrida de su realidad aburrida. El juego gracioso de una novela mala escrita dentro de otra sólo nos revela el vacío inaudito de la obra que no nos ofrece una historia creíble y bien construida sino la tentativa de armazón para muchas historias desapasionadas y que se cuelan por los agujeros del interés compacto que un lector puede tener por una obra nueva.
En fin, un intento por constituir una obra que se separe del realismo exacerbado que plaga la narrativa contemporánea colombiana no se encuentra en la obra de Lina María Pérez que, sin temor a equivocarme, puede semejar más un esbozo de novela con ciertos atractivos pero que se hayan en silencio debido a su escaso trabajo sobre ellos. No obstante, es comprensible que se deba mirar con ojos más sutiles una obra como esta, ya que al ser su primer intento novelístico es sabido que se quiere concentrar toda una problemática compleja que viene de su experiencia de vida y literaria. Sin embargo, la novela quiere tratar y se supone que tratará de la muerte pero en realidad trata de muchas cosas más que dejan mal parada a la obra pues semeja un crucigrama que tiene todas las respuestas pero que nunca plantea preguntas.
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