Wendy Guerra
Todos se van
Bruguera
Barcelona, 2006
ISBN: 84-024-2018-4
Una cubana muy joven, que tenía ya a su cargo varios libros de poesía – Platea a oscuras (1987) y Cabeza rapada (1996)-, ha sido la merecedora del 1er. Premio de novela Bruguera, otorgado en el 2006. Para ella aún resulta complejo asumir que al hábitus poético al que venía largamente acostumbrada, se ha incorporado ahora una manera distinta de usar la palabra: la narración. Para otros autores este tránsito pasa muchas veces por la estación de la cuentística o del periodismo, pero Wendy Guerra lo ha hecho de una vez, quizás como una necesidad, y aunque se arme de artilugios para acompañar el miedo apenas natural de la primera vez y hable de diarios y de performance, Todos se van no necesita de eso, porque es ante todo una novela.
Nieve Guerra, alter ego de la narradora, es la protagonista de esta novela con forma de diario que se desarrolla en dos períodos: el Diario de infancia y el Diario de adolescencia, que sumados cubren doce años (1978-1990) en la vida de esta niña que se vuelve atropelladamente mujer y dos de las más grandes crisis que han sacudido a Cuba en la era postrevolucionaria: el éxodo del Mariel y la crisis de los balseros. El período de la infancia transcurre entre Cienfuegos, el Escambray y La Habana, marcado por el conflicto entre sus padres, la inadaptación de su madre a los rígidos espacios de la moral de Estado, y la doblez moral y política de su alcohólico padre. El traslado a La Habana en 1980, en medio de los sucesos de las embajadas del Perú y Venezuela, conducente al éxodo masivo de más de 125 mil cubanos por el puerto del Mariel, y la subsiguiente reacción organizada en contra del derecho al libre desplazamiento, marcan el final de la niñez de Nieve Guerra. La adolescencia, por su parte, lleva a Nieve a la participación y/o expectación en el álgido enfrentamiento que se produjo entre artistas plásticos y representantes del gobierno, que condujo al endurecimiento de la política estatal hacia la cultura y al éxodo permanente de artistas, escritores e intelectuales. El amor, marcado por el éxodo como todos los otros momentos de la novela, aparece también en este período, completando la dolorosa tríada: arte-exilio-amor.
Macroestructuralmente los temas narrados pueden reorganizarse en núcleos más amplios: el de la familia lastrada por la interferencia de las instituciones del Estado y la ideologización de sus relaciones, que conduce a su desarticulación e inoperancia; y el del arte mediatizada por la política y la ideología, manifiesto en la censura radial, la discriminación de la diferencia que representan los artistas, la problemática de una educación artística manipulada con fines políticos y la reaparición de un mercado del arte. Pero el tema que subyace a todos los conflictos de Todos se van, como su título lo índica, es el del exilio permanente que han sufrido los cubanos desde 1959 hasta la fecha, aunque la novela no se ocupa del afuera, lo que interesa a Wendy Guerra es el estado de los que quedan en la Isla, porque como ella afirma: “Afuera me siento en peligro, adentro me siento confortablemente presa”.
Se va el sueco que convive con la madre de Nieve y ella se queda sin poderlo acompañar. Por el Mariel se va el padre, sin que nadie lo sienta en realidad, pero dejándola sin la autorización necesaria para salir. Se va Osvaldo, su primer amor juvenil, con una promesa de sacarla no cumplida. Antonio, el amor más real, también se va, pero hacia una prisión de la Isla. Casi al final de la novela escribe Nieve Guerra en su diario que: “No es posible vomitar tantas verdades y quedarse a vivir en Cuba”, esto a propósito de la novela de una amiga y no de la que estamos leyendo. Sepan los lectores que la autora de Todos se van continúa viviendo en Cuba.
(2006)
Kevin Sedeño Guillén
Nieve Guerra, alter ego de la narradora, es la protagonista de esta novela con forma de diario que se desarrolla en dos períodos: el Diario de infancia y el Diario de adolescencia, que sumados cubren doce años (1978-1990) en la vida de esta niña que se vuelve atropelladamente mujer y dos de las más grandes crisis que han sacudido a Cuba en la era postrevolucionaria: el éxodo del Mariel y la crisis de los balseros. El período de la infancia transcurre entre Cienfuegos, el Escambray y La Habana, marcado por el conflicto entre sus padres, la inadaptación de su madre a los rígidos espacios de la moral de Estado, y la doblez moral y política de su alcohólico padre. El traslado a La Habana en 1980, en medio de los sucesos de las embajadas del Perú y Venezuela, conducente al éxodo masivo de más de 125 mil cubanos por el puerto del Mariel, y la subsiguiente reacción organizada en contra del derecho al libre desplazamiento, marcan el final de la niñez de Nieve Guerra. La adolescencia, por su parte, lleva a Nieve a la participación y/o expectación en el álgido enfrentamiento que se produjo entre artistas plásticos y representantes del gobierno, que condujo al endurecimiento de la política estatal hacia la cultura y al éxodo permanente de artistas, escritores e intelectuales. El amor, marcado por el éxodo como todos los otros momentos de la novela, aparece también en este período, completando la dolorosa tríada: arte-exilio-amor.
Macroestructuralmente los temas narrados pueden reorganizarse en núcleos más amplios: el de la familia lastrada por la interferencia de las instituciones del Estado y la ideologización de sus relaciones, que conduce a su desarticulación e inoperancia; y el del arte mediatizada por la política y la ideología, manifiesto en la censura radial, la discriminación de la diferencia que representan los artistas, la problemática de una educación artística manipulada con fines políticos y la reaparición de un mercado del arte. Pero el tema que subyace a todos los conflictos de Todos se van, como su título lo índica, es el del exilio permanente que han sufrido los cubanos desde 1959 hasta la fecha, aunque la novela no se ocupa del afuera, lo que interesa a Wendy Guerra es el estado de los que quedan en la Isla, porque como ella afirma: “Afuera me siento en peligro, adentro me siento confortablemente presa”.
Se va el sueco que convive con la madre de Nieve y ella se queda sin poderlo acompañar. Por el Mariel se va el padre, sin que nadie lo sienta en realidad, pero dejándola sin la autorización necesaria para salir. Se va Osvaldo, su primer amor juvenil, con una promesa de sacarla no cumplida. Antonio, el amor más real, también se va, pero hacia una prisión de la Isla. Casi al final de la novela escribe Nieve Guerra en su diario que: “No es posible vomitar tantas verdades y quedarse a vivir en Cuba”, esto a propósito de la novela de una amiga y no de la que estamos leyendo. Sepan los lectores que la autora de Todos se van continúa viviendo en Cuba.
(2006)
Kevin Sedeño Guillén
(Publicado en Revista de la Fundación Universitaria del Área Andina. (10): 93-95, en.-jun., 2007)